¿Dónde acaba mi proyecto?

Como programadores, las horas delante del PC picando código suelen ir encaminadas a un fin concreto y a un público más o menos definido: una aplicación web para gestionar un almacén; una nueva red social de amantes de las alcachofas; un sistema de recolección de logs para desarrolladores.

En algunos casos, nuestras habilidades como programadores serán suficientes para poner en marcha nuestro desarrollo. En el caso de programadores de aplicaciones móviles, el desarrollo acaba cuando se entrega un archivo empaquetado (apk para Android, ipa para iOS, vete tu a saber para Windows Phone). Para los que nos dedicamos casi en exclusiva al desarrollo de aplicaciones en web, la cosa es bastante distinta. No importa el lenguaje o el framework elegido, pues casi todo proyecto web debe ser alojado en algún lugar accesible por los usuarios de nuestra aplicación.

Como en todo, hay diversas situaciones y opiniones. Es probable que si trabajas en una gran empresa, cuando acabes con tu tarea de programador será otra persona la encargada del despliegue. En otros casos, la integración continua será la responsable de publicar tu trabajo, siendo tú o no el responsable de montar la arquitectura necesaria para que esto suceda. Y por último nos encontramos al conocido coloquialmente como Full Stack: un programador que una vez finalizado su proyecto web tiene que subirlo a un servidor y hacer que funcione.

Muchos administradores de sistemas en paro se quejan del auge de este nuevo perfil de programador capaz de acaparar el flujo completo de la creación y puesta en marcha de un producto. Está claro que en muchos casos se puede mear fuera de tiesto, pero el modo en el que programamos hoy en día ha propiciado que cualquier programador tenga que tener en cuenta el entorno mucho mas que antes: gestores de paquetes, librerías, sistemas gestores de bases de datos y un largo etcétera que hace años eran en muchos casos ajenos al programador que iba a su oficina a trabajar en el ordenador que alguien había configurado.

Los tiempos han cambiado y el programador se ha ido adaptando a él. Lejos quedan las peticiones a sistemas para que te permitiesen instalar una nueva aplicación que tenía que ser evaluado por miedo a virus. El programador de hoy en día se ha emancipado y si bien sus dotes de administración de sistemas pueden ser mas o menos limitadas, tiene mucho mas hígado que le capacita para tomar decisiones que antes le eran ajenas.

Y tu, ¿qué opinas?

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